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jueves, 30 de diciembre de 2010

El Ser humano y la tecnología.

Decimos que el ser humano es técnico por naturaleza; cualidad gracias a la cual facilita y/o mejora su vida. El ser humano se distancia mucho en este aspecto respecto a los animales (que se limitan a vivir, únicamente), y no sólo vive sino que quiere vivir mejor.
El Ser humano puede hacer gran cantidad de cosas para alcanzar su bienestar pero, ¿todo lo que se puede, se debe hacer?
Yo opino que podemos utilizar la tecnología en tanto que no perjudique, ya sea a otros humanos, a otros animales o al planeta tierra. Pero, ¿y si lo beneficioso pesa más que lo perjudicial? Por ejemplo: Probar los avances científico-biológicos en animales de laboratorio para que muchos seres humanos se beneficien de esos avances. Está claro que es perjudicial para los animales de laboratorio, pero muy beneficioso para la sociedad. Aquí entra en juego el valor de la vida (ya sea animal, humano, planta,…). ¿Acaso tenemos derecho a “jugar” con la vida de animales para mejorar nuestra calidad de vida? Yo opino que no, porque el ser humano comparte con el resto de seres el planeta, del que no somos los amos ni debemos creernos los amos. Además, gran parte de la experimentación con animales está destinada a la elaboración de productos “prescindibles”, podríamos llamarlos caprichos (como cósmeticos), por lo que el sufrimiento animal no está justificado.
Además, el ser humano es un ser fantástico, ya que crea mundos. Uno de ellos es Internet. Pero esta capacidad de creación conlleva una gran responsabilidad, ya que implica riesgos.
Pero aparte de riesgos conlleva muchas ventajas, como comunicarnos con gente a la distancia que sea, compartir información (cuidado con la información que se comparte) y hasta intentar evitar conflictos bélicos; como es el caso de la iniciativa de unos actores de Hollywood que han creado una organización para comprar imágenes de satélite de todo lo que pase en la frontera sur de Sudán para evitar nuevas masacres (el lugar con más probabilidad de genocidio en 2011).
Pero toda ventaja conlleva una responsabilidad, y casi toda responsabilidad implica el riesgo a algo. En este caso se trata de ahorrar muertes humanas (fenomenal opción) pero, ¿no se está privando de intimidad a esa población?
Yo creo que el fundamento imprescindible para no tener que ser vigilados y, por tanto, saber que esa persona obrará bien (o simplemente no obrará mal) es la buena educación; que nos gusten o repugnen ciertas cosas digamos “por defecto”. Hay gente que piensa (y no los culpo) que el hecho de partir de unas premisas comunes de lo bueno y malo (adquiridas en la infancia) es un modo de determinismo. Yo prefiero llamarlo autocontrol adquirido. Pero no todos tenemos la suerte de tener unos padres que nos transmitan esas premisas, y adquirirlas en la madurez resulta, a veces, imposible.
Juan Valero Martínez.

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